"Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta."
(I Coríntios:13-7)
No obstante estén sombrías las nubes de tu cielo, anunciando borrasca aflictiva, espera. Después de la tempestad, que tal vez venga, tal vez no, enfrentarás día claro por el camino.
Aunque la amarga soledad te haga sufrir hiel y dolor como si ya no soportases más la lenta y silenciosa agonía, espera. Mañana, posiblemente dos brazos amigos estarán envolviéndote y una voz aterciopelada cantará a tus oídos una gentil canción...
Aún cuando todo conspire contra los propósitos abrazados, amenazando planes cuidadosamente trazados, espera. Hay sorpresas que constituyen la intervención Divina, modificando paisajes humanas, alterando rumbos considerados correctos.
A pesar de que el látigo de la calumnia te haga probar el reproche y la falta de consideración, arrojándote a la calle del descrédito, espera. La verdad llega también después de la calamidad, de la mentira, para demostrar la grandeza de su fuerza, renovando conceptos.
Al borde del abismo de la desesperación, incomprendido y sufriendo, acelera el paso y espera. Reconsidera tus actitudes mentales y reinicia la labor. "El futuro se consolida mediante las realizaciones del presente..."
La esperanza expresa integración en el organigrama de la vida.
El río muda su curso, la montaña desaparece, el árbol fenece, el grano germina, mientras esperan... La mano grandilocuente del tiempo todo lo modifica. Lo que ahora parece sombras, más tarde surge y revive en brillante luz dorada.
Espera, dice el Evangelio, y ama.
Espera, responde la vida, y sirve.
Espera, proclaman los justos, y perdona.
Espera en el deber distribuyendo consuelo y comprensión, por cuanto, a fin de que existiese la gloriosa ascensión del señor, en la montaña de Betania, sucedieron la traición infame, el cerco de la envidia, el griterío del juicio arbitrario y la Cruz odiosa, que en sublime esperanza, el Justo la transformó en la excelsa catapulta para el Reino de los Cielos.
Libro: Invitaciones de la Vida - Divaldo P. Franco
Por el Espiritu Joanna de Ângelis
No obstante estén sombrías las nubes de tu cielo, anunciando borrasca aflictiva, espera. Después de la tempestad, que tal vez venga, tal vez no, enfrentarás día claro por el camino.
Aunque la amarga soledad te haga sufrir hiel y dolor como si ya no soportases más la lenta y silenciosa agonía, espera. Mañana, posiblemente dos brazos amigos estarán envolviéndote y una voz aterciopelada cantará a tus oídos una gentil canción...
Aún cuando todo conspire contra los propósitos abrazados, amenazando planes cuidadosamente trazados, espera. Hay sorpresas que constituyen la intervención Divina, modificando paisajes humanas, alterando rumbos considerados correctos.
A pesar de que el látigo de la calumnia te haga probar el reproche y la falta de consideración, arrojándote a la calle del descrédito, espera. La verdad llega también después de la calamidad, de la mentira, para demostrar la grandeza de su fuerza, renovando conceptos.
Al borde del abismo de la desesperación, incomprendido y sufriendo, acelera el paso y espera. Reconsidera tus actitudes mentales y reinicia la labor. "El futuro se consolida mediante las realizaciones del presente..."
La esperanza expresa integración en el organigrama de la vida.
El río muda su curso, la montaña desaparece, el árbol fenece, el grano germina, mientras esperan... La mano grandilocuente del tiempo todo lo modifica. Lo que ahora parece sombras, más tarde surge y revive en brillante luz dorada.
Espera, dice el Evangelio, y ama.
Espera, responde la vida, y sirve.
Espera, proclaman los justos, y perdona.
Espera en el deber distribuyendo consuelo y comprensión, por cuanto, a fin de que existiese la gloriosa ascensión del señor, en la montaña de Betania, sucedieron la traición infame, el cerco de la envidia, el griterío del juicio arbitrario y la Cruz odiosa, que en sublime esperanza, el Justo la transformó en la excelsa catapulta para el Reino de los Cielos.
Libro: Invitaciones de la Vida - Divaldo P. Franco
Por el Espiritu Joanna de Ângelis