La necesidad de transformarnos moralmente con el objetivo de alcanzar nuestra tan deseada evolución espiritual es tema recurrente en conversaciones espiritas. Nuestras preocupaciones suelen estar en la lucha para abandonar los vicios del tabaco, alcohol, drogas, mentiras, orgullo, vanidad y otros tantos a que nos solemos referir. Sin embargo, del sexo como obstáculo en la marcha de nuestro progreso, apenas hablamos.
Las bases de nuestras tendencias sexuales están regidas por nuestras inclinaciones morales.
Para alcanzar esa transformación moral tan necesaria a nuestra evolución, necesitamos encontrar ese equilibrio sexual, pero entendemos que para eso deberíamos admitir que muchos de nosotros tenemos un problema en este apartado.
El controvertido tema sexo es algo que a la mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, ha despertado dudas al intentar cuadrar nuestra conducta sexual con la creencia en la fe que profesamos.
El problema es que llevamos mucho tiempo en una dicotomía que confunde. Estamos frecuentemente entre dos extremos: en uno el sexo es visto como pecado si no atiende exclusivamente a propósitos de la reproducción de la especie y en el otro, es utilizado como instrumento de “liberación” y “expresión” por algunos individuos que alegan que al tratarse de su propio cuerpo, pueden hacer con ello lo que se les apetezca.
Deberíamos considerar que los extremos suelen ser muy peligrosos y que a menudo la solución de un problema se encuentra en el término medio. Sin embargo, entendemos que para ayudarnos a solucionar esa gran problemática sexual, se hace necesaria la comprensión de algunos conceptos.
¿Qué es sexo?
Por definición es el conjunto de características morfológicas y de energías genésicas que determinan la atracción sexual entre las criaturas, pero en realidad el término va más allá de este concepto.
El sexo es fuerza procreadora, la puerta de entrada para la reencarnación, energía, placer físico, mental y espiritual. Es Ley de Vida y parte de quienes somos.
¿Qué es sexualidad?
Es la manifestación de la atracción sexual, es afectividad y está subordinada a las Leyes Divinas del Amor y de la Reproducción.
La sexualidad no es buena ni mala, es neutra. Así como no hay inmoralidad alguna en el uso de los órganos sexuales, la cuestión es cómo, con quién y para qué son utilizados.
Debemos tener en cuenta que la sexualidad está directamente conectada a la Ley de Causa y Efecto y según la aplicación que le damos, obtendremos resultados positivos o negativos, ya que el afecto o desafecto que demos a los otros será lo que recibamos a cambio.
La sexualidad implica la producción y repartición de energía a través de los cambios de fluidos. Ocurre cuando dos seres unen sus frecuencias electromagnéticas y en consecuencia sus energías emocionales, mentales y espirituales.
¿Y qué dice el Espiritismo a respeto del sexo?
En el libro “Vida y Sexo” psicografiado por Chico Xavier, el espíritu Emmanuel nos aclara que el Espiritismo no lo prohíbe ni lo censura, pero alerta para la necesidad de educación, control, responsabilidad y empleo digno respetando a los otros y a sí mismo.
“Ante el sexo no nos hallamos frente a un despeñadero hacia las tinieblas, sino ante la fuente viva de las energías en que la sabiduría del universo ha situado el laboratorio de las formas físicas y la factoría de los estímulos espirituales más intensos para la ejecución de las tareas que hemos elegido, en régimen de colaboración mutua, teniendo por objetivo el rendimiento del progreso y del perfeccionamiento entre los hombres”.
Derriba así la visión medieval de pecado mortal y nos presenta la real conceptuación de que sexo es vida al servicio de la felicidad y de la armonía universal, siempre y cuando sea debidamente empleado.
La energía sexual que es inherente a la propia vida, nos es dada por la Creación Divina para la formación y sustentación de todas las criaturas. Cuando es adecuadamente canalizada, contribuye para la evolución y el progreso del planeta a través de obras benéficas relacionadas a la sensibilidad, cultura y arte.
Tal es la importancia de la canalización de dicha energía que encontramos en este libro, con un mensaje de alerta con respeto al celibato y la abstinencia. Si lo adoptados con el objetivo de dedicarse de modo más completo al servicio de la Humanidad es meritorio y puede generar beneficios incalculables, ya que la energía sexual se encuentra canalizada en otros objetivos de naturaleza espiritual. Sin embargo, estancarla, no canalizándola adecuadamente puede generar perturbaciones, llevando al ser a buscar llenar ese vacío en terreno arenoso, en un camino de vicios y compromisos difíciles, debido a acciones frecuentemente innobles.
Reiteramos que hay una energía sexual que precisa ser controlada, no necesariamente a través de la práctica sexual, más direccionada a otras actividades, inclusive a la práctica de la caridad.
La energía sexual jamás podrá ser aniquilada, ya sea por imposición religiosa o trauma psicológico. Por eso el Espíritu Emmanuel, en el libro “El Consolador”, cuestión 184, psicografiado por Chico Xavier, nos orienta que “En vez de la educación sexual para la satisfacción de los instintos, es imprescindible que los hombres eduquen su alma para la comprensión sagrada del sexo”.
El sexo en las relaciones
Tenemos básicamente dos vertientes en lo que dice respeto a este tema: el sexo en las relaciones con nivel de comprometimiento de las partes y el sexo casual encontrado en las relaciones volátiles. El sexo en pareja, y por ello nos referimos no solo a los matrimonios, sino también a relaciones estables donde una persona asume un compromiso afectivo con otra, es de suma importancia ya que forma parte de las uniones. Primero por la aplicación natural que desempeña, la de posibilitar la llegada de espíritus a este mundo a través de la reencarnación y segundo su función más sutil que en la mayoría de las veces es ignorada; cuando impulsado por el amor que es como un generador poseedor de inagotables reservas de energías, el sexo conduce a ricos estímulos que alteran la estructura del ser y lo transforma para mejor. Como consecuencia, tendremos a los componentes de la pareja, seguros, felices y animados por el deseo de crecimiento y de lucha.
En contraposición a esta realidad sublime, tenemos el sexo casual y efímero que está basado en la atracción física y en la satisfacción instintiva. Genera una falsa idea de libertad, lleva al sexo egoísta sin preocupaciones con la responsabilidad que uno adquiere al practicar el acto sexual.
Iremos más allá de las dos vertientes expuestas arriba y hablaremos también del contraste entre la monogamia y la poligamia. El Libro de los Espíritus en el ítem 701 nos enseña que “La poligamia es una ley humana cuya abolición significa un progreso social. El matrimonio, según los designios de Dios, debe basarse en el afecto de los seres que se unen. Con la poligamia no hay afecto real, sino sólo sensualidad. (...)La poligamia ha de ser considerada como una costumbre, o bien una ley particular adecuada a ciertas costumbres, y que el perfeccionamiento social hace que poco a poco vaya desapareciendo.”
Y Herculano Pires completa el pensamiento exponiendo que al contrario de lo que algunos afirman el hombre no es polígamo debido a un instinto biológico y sí por un vicio resultante de etapas anteriores de su evolución. Para controlarlo es necesario el uso correcto de la razón y del libre albedrío con el objetivo de reprimir tal impulso y a través del amor conyugal y familiar sublimar su afectividad.
Tenemos que comprender que la monogamia no es sistema arcaico que existe para coaccionarnos y sí una conquista del ser humano tras torpes y dolorosas existencias. Indica elevación, entendimiento y esclarecimiento en el campo espiritual puesto que demuestra compromiso y entrega mutua, responsabilidad recíproca y el intercambio más equilibrado de las energías sexuales.
En cambio, la poligamia lleva al abandono, a la soledad y al sufrimiento. En su práctica vemos el fenómeno de la vulgarización de la sexualidad que conduce a la pérdida del propio placer y del potencial Divino encontrado en la correcta utilización del sexo.
La relación sexual es un intercambio íntimo de fluidos vitales, hormonas y energía sutil. El clímax, en el orgasmo, es el ápice en la formación de un vínculo energético entre los miembros de la pareja. Se crea, entonces, una memoria energética celular común, un evento que vincula permanentemente a los dos compañeros. Por lo tanto, deberíamos entender que la experiencia sexual conlleva a un intercambio químico, hormonal y energético profundo y que por lo tanto, lo ideal sería practicar el acto sexual con personas que sintonicen con nuestra frecuencia personal para evitar desarmonizar nuestra vibración.
“Cada vez que una persona convida a la otra a la comunión sexual, o que acepta de alguien una propuesta en este sentido, por afinidad y confianza, se establece entre los dos un circuito de energías por lo cual los dos se alimentan psíquicamente de esas energías recíprocamente.” - nos explica Emmanuel - y deberíamos tenerlo siempre en cuenta al elegir la persona con la cual tendremos relaciones íntimas, ya que el sexo no fue elaborado para el placer vulgar, sino para las emociones superiores en la construcción de las vidas.
La liberación sexual, exagerando sus licencias morales, trae trastornos serios y desarmonías profundas en muchos individuos que viven conflictivamente en razón de sus dificultades para adaptarse a las exigencias de comportamiento del momento.”El mundo vive la hora del sexo” como afirma Manuel Philomeno de Miranda, y la promiscuidad es vista como algo normal, sobre todo entre los jóvenes.
El problema es que aunque en principio pueda parecer normal, interesante y divertido, después de un tiempo empieza a cansar y puede llevar la criatura a la desesperación, a la fuga por medio del tabaco, por el alcohol, por las drogas adictivas ocasionando estados de alucinación que en algunos casos conduce el individuo al suicidio.
Nuestra conciencia habla, nos indica el camino correcto y nos alerta en cuanto al equivocado, pero muchas veces optamos por no escucharla. Nos excusamos y enmascaramos situaciones para huir de esta “voz” que nos llama a la razón.
Cuando aprendamos a respetar y tener la debida consideración hacía la función sexual tendremos entonces la mejor terapia para la manutención de nuestra salud moral.